"Pero el ciudadanismo es también el dogma de referencia de un conjunto de movimientos de reforma ética del capitalismo, que aspiran a aliviar sus consecuencias
mediante una agudización de los valores democráticos abstractos y un aumento en las competencias estatales que la hagan posible, entendiendo de algún modo que la exclusión y el abuso
no son factores estructurales, sino meros accidentes o contingencias de un sistema de dominación al que se cree posible mejorar éticamente. Como se sabe, esa ideología,
que no impugna el capitalismo, sino sus "excesos" y su carencia de escrúpulos, llama a movilizaciones masivas destinadas a denunciar determinadas actuaciones públicas o
privadas consideradas injustas, pero sobre todo inmorales, y lo hace proponiendo estructuras de acción y organización lábiles, basadas en sentimientos colectivos mucho más
que en ideas, con un énfasis especial en la dimensión performativa y con frecuencia meramente "artística" o incluso festiva de la acción pública. Prescindiendo de cualquier referencia
a la clase social como criterio clasificatorio, remite en todo momento a una difusa ecúmene de individuos a los que unen no sus intereses, sino sus juicios morales de condena o aprobación".
Este es un extracto de este magnífico libro de Manuel Delgado, uno de los mayores expertos españoles en antropología urbana. Lástima que su deriva independentista le haya hecho perder vuelo en
los últimos años, y no tengamos ya noticia de sus agudos y originales pensamientos y explicaciones de lo cotidiano.