Este libro constituye la primera crítica a las reformas educativas en España desde la izquierda. Si tradicionalmente
se achacaban las críticas a la LOGSE y sus herederas a autores supuestamente reaccionarios (Ricardo Moreno, Javier Orrico,
Alberto Royo más recientemente...) por fin tenemos aquí
un libro publicado por un marxista, el filósofo Carlos Fernández Liria, y dos autores de los círculos de Podemos e Izquierda Unida.
Lo interesante es que no se separan mucho de las conclusiones que defendieron los primeros críticos a las reformas educativas en España, y
hace también un repaso (en todos los sentidos) a las teorías pedagógicas que inspiraron estas nefastas leyes.
No obstante, y a pesar de la valentía que demuestra haber emprendido la publicación de un libro como este desde la izquierda, a menudo
Fernández Liria se separa de las tesis que defiende el libro, especialmente cuando habla en los medios de la enseñanza
de las matemáticas. Como es algo de mi competencia haré un par de apreciaciones que por supuesto no desmerecen este libro ni
retiran mi recomendación de leerlo.
Hay dos temas recurrentes en sus discursos: el cálculo infinitesimal y el uso de la calculadora. En cuanto al primero, siempre le oigo expresar
su perplejidad sobre el hecho de que a él le enseñaran muchas técnicas de derivación pero nunca el concepto de derivada, o que no fuera hasta
que estudiara la carrera de Filosofía cuando entendió que la integración servía para el cálculo de áreas y su símbolo fuera una "S" de "suma".
En lo que concierne al segundo, a menudo se le oye el topicazo de por qué enseñar técnicas de cálculo si hoy en día se puede hacer cualquier cálculo
con una calculadora, que no valen para nada.
Son estas las dos cuestiones en las que se separa de los argumentos del libro, arremetiendo contra la labor docente "clásica" (qué malos eran mis
profesores de matemáticas) y apelando claramente al utilitarismo. "Que no valen para nada", pero... ¿no es este el tipo de utilitarismo que precisamente
se pretende criticar en esta clase de libros "antipedagógicos", encaminados a defender el conocimiento por sí mismo? Desconozco en qué centro estudió
el Bachiller el profesor Fernández, pero yo lo hice también hace muchos años y, aparte de técnicas de cálculo, me enseñaron claramente el concepto de
derivada. Solo bastaba estar atento porque, por otra parte, tampoco es tan profundo como para tener que omitirlo en una programación: es la pendiente
de una curva en cada uno de sus puntos. Por otra parte, cuando habla de la integración presumo que tampoco se acuerda muy bien de su Bachiller, o bien
tuvo muy mala suerte con sus profesores, todo puede ser. Cualquier buen profesor de matemáticas utiliza la famosa división de las áreas en rectángulos
cuando introduce la integral definida, y explica cómo se llega al área total mediante la suma de áreas infinitesimales. Pero es que
resulta que existe la integral indefinida. Porque resulta que hay conceptos matemáticos más abstractos que a menudo sólo pueden ser interpretados
por su relación con otros conceptos matemáticos (como suele explicar muy bien, por ejemplo, Poincaré), y uno es el de la integral indefinida, también
conocida como primitiva o antiderivada. El cálculo de áreas mediante infinitésimos ya lo usaba Arquímedes, pero la relación entre la integral indefinida
y la definida constituye el teorema fundamental del cálculo, enunciado en el siglo XVII, y muy difícil de entender para un Bachiller e incluso para muchos
universitarios, nada que ver con entender cómo se cálculan las áreas con infinitésimos, cosa que explica, como he dicho, cualquier profesor.
El señor Fernández Liria no se acuerda, o desconoce, la sutilidad de estos conceptos, y caricaturiza la labor del profesor de matemáticas. Y en cuanto al uso
de la calculadora en la ESO, poco que decir, a mi juicio patina todavía más. A muchos profesores nos parece muy bueno para el desarrollo intelectual del alumno
hacer que memoricen y apliquen, por ejemplo, el algoritmo de cálculo de las raíces cuadradas. En este sentido Fernández Liria se alinea con el típico
alumno impertinente que siempre pregunta: "¿y esto para qué vale en la vida real?". A lo que yo siempre respondo diciéndoles que cuando entran
en el Instituto no están en la vida real, sino en Second Life, que se relajen y disfruten.
Escuela o barbarie. Carlos Fernandez Liria et al. Ed. Akal. Madrid. 2017.